jueves, 15 de noviembre de 2012

Experiencia de pacientes con Parkinson II

“Compañero inseparable, que te instalaste en mi cuerpo sin autorización ni permiso. Atenazas mis manos y piernas, disminuyes la flexibilidad de mis músculos, apagas mi voz y mi rostro lo dejas sin expresión.
Debes saber que lucharé día a día, año a año contra ti, a sabiendas de que eres más fuerte y puedes aniquilar mi cuerpo. Pero lo que nunca podrás aniquilar, será mi fe en la victoria, mi fortaleza en la pelea, mi esperanza en los amigos y mis ganas de vivir.
Y si algún día en mi rostro aparecen los efectos de tu victoria, siempre quedarán en el brillo de mis ojos, las expresiones de mis sentimientos y agradecimientos a todos, los que a mi lado, sufrirán las consecuencias de tu tortura.”

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